martes, 10 de febrero de 2009

Dime porqué me pudo tu constante fantasía, que me acostumbré a tu risa como el mar va con su brisa y me acostumbré a tu mundo como el marinero al rumbo, como el tiempo a los segundos, como el perro al vagabundo. Dime que me sedujo de tu admirable consuelo, que me acostumbré a tu pelo como estrellas a su cielo y me acostumbré a tu imagen como el viajero a su viaje, como el valor al coraje, como maleta a un equipaje. Y ¿que será? ésto que desespera y me enreda, que me esperanza y me desenreda, que captura y me deslumbra, que me libera y que me alumbra. Te doy las gracias por ser así me enseñaste a quererte y a sonreir conquistaste mi alma sin presumir, te inventaste el arte de no fingir. Te doy las gracias por convertir mi desaliento en ganas de vivir que me faltan palabras para describir este sentimiento de alegría y aliento cuando pienso en ti.

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